8.9.08

Un ciego

Después de un largo período, retomo el paso con un poema que me ha impactado profundamente. Se trata de un soneto de Borges.
Aprovechando su ceguera, el poeta se vale del truculento efecto de los espejos, de las dualidades que convergen para descubrirse a uno mismo y a su propio universo, de las luces y las sombras, de la realidad y la ficción.

No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
no sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.

Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.

Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,

Pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.

J.L. Borges

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