2.2.09

Ruta 66

Regreso de nuevo al blog después de un largo tiempo sin publicar. Como no pretendo excusarme, voy directo al grano.
La semana pasada, de forma imprevista, volví a Rota, ciudad donde desde hace algunos años paso los veranos. Allí me encontré una ciudad distinta, invernal y ventosa, con un mar violento. En cambio, la luz de aquella tarde permanece inalterable.
Tras un café inolvidable, escribí estas palabras en recuerdo del mar y del verano que no ha terminado todavía (pese a tantas heladas, me resisto a que llegue el invierno).

Tras la pintura amarilla se asoman hacia un balcón estrecho mesas de plástico que buscan el mar. Allí, las pupilas se agrandan como un día lo hicieron las de Alberti, Ángel González o García Montero.
Un escenario azul se desborda entre los cuerpos anaranjados de los bañistas, la luz declinante de la tarde y la presencia futurista de Cádiz a la izquierda.
El pecho verde del Atlántico se derrama una y otra vez contra la arena cadáver.
Aquí el tiempo se precipita como si fuera espuma que estalla.
Aquí las palabras no son nuevas, pero el viento las limpia de codicia y sal.

4 comentarios:

  1. El in Arcadia ego...
    La frase final, memorable (sin desmerecer lo demás)

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  2. Bienvenido de nuevo. Estoy de acuerdo con el profe.

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  3. Anónimo4/2/09 20:19

    Plas, plas, plas. Cerrada ovación.

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  4. ¡Qué bien sabéis mentir! Seguro que vuestras mujeres estarán muy contentas.
    En cualquier caso os debo un café en este Ruta 66. Prometido.

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