26.6.09

Yo soy aquel

Sinceramente, siento un poco de pena cuando escucho en anuncios televisivos versiones de canciones antiguas de artistas españoles que mis hijos jamás han oído.
En general hay una actitud de desprecio en mucha gente que no le da valor a lo que se ha realizado aquí, porque parece que la cultura anglosajona por definición es mejor. Además, por el simple hecho de que estas composiciones se realizaran en la época franquista no merecen la menor atención. En ocasiones a estas obras se les concede un cierto valor costumbrista o simplemente afectivo y por este motivo son salvadas del olvido. Este menosprecio lo podemos aplicar a poetas, pintores, arquitectos y un largo etcétera.
Os pongo el vídeo de la canción que me ha hecho escribir esta entrada.

24.6.09

Humo

A veces, durante las noches de invierno, cuando la lluvia confunde las fronteras del tiempo, alguien deja entreabiertas las puertas del paraíso. Es entonces cuando la niebla sale lentamente con olor a humo y vierte por todos lados pequeñísimas gotas de eternidad.
Como animales salvajes, los naranjos beben enloquecidos su esencia dulce y la mezclan en la savia con su veneno verde.
En la vieja aldea china de Es Thi Ghia, cerca del río Le-Te, el anciano Kha Hron Te cuenta que, durante los primeros días de primavera, los naranjos abren sus puños de nácar y conceden a los hombres el escaso aliento de la inmortalidad, pero solo el leve instante que el humo tarda en borrarse del cielo.

P.D.: Juan Antonio, lo prometido es deuda. Hice lo que pude.

23.6.09

Llegó el verano

Empieza un periodo del año en el que se vive en la calle y se disfruta de la naturaleza. Pero también es una época de lecturas y de introspección. Para mí es uno de los mejores momentos para leer, especialmente poesía, ya que el ritmo vertiginoso de la vida se amansa.
He iniciado ya este camino con un libro de José Julio Cabanillas que compré en la Feria del libro pasada: Palabras de demora (Renacimiento, 1994). Es un libro no demasiado reciente pero muy hermoso.
Como pienso que los blogs tienen, además, una magnifica función divulgadora, os invito a leer uno de sus poemas.

Aquello que en ti amo, lo que importa,
no encuentra su lugar en mis palabras.
Una rara pasión por los crepúsculos
o las nubes que alzan un ficticio universo
siempre acaban dejando un poso amargo,
y sin calor las manos regresan del poema.
Y tu modo tan correcto de elevar la cabeza, y tantos gestos tuyos
aún siguen aguardando. Se debiera
nombrar un Paraíso y a la vez tu mirada. Si fracaso
habitaré un Infierno silencioso,
allá en los albos limbos de las literaturas.

José Julio Cabanillas: Palabras de demora. Renacimiento, 1994.

17.6.09

Un ochentañero con estoque

Esta mañana, después de dejar los niños en el colegio, presencié un acto de heroísmo. Un ochentañero que avanzaba con gran dificultad por la acera, luchando contra el parkinson y su cuerpo cadavérico, se topó con un flamante Mercedes que le dificultaba el paso. El anciano intentó rayar el coche con su muleta (o estoque, diría yo) mientras que balbuceaba insultos inaudibles, tal era su endeblez. Solo diré que lo intentó, porque fuerzas no tenía. Los dueños del coche, un matrimonio que desayunaba algunos metros más allá y que lógicamente no podía abandonar su vehículo en uno de los espacios libres de las proximidades, montaron en cólera y les decía a todos los que pasaban que no entendían el comportamiento de este hombre.
Sinceramente, no justifico estas acciones pero, en este caso, me entraron ganas de ayudarlo. Creo, en verdad, que me sentí un poco cobarde.
Para mí, la educación no radica solo en la formación académica, ni en las buenas maneras sociales. La educación consiste en dominar nuestro egoísmo y ponernos en el sitio de los demás, qué carajo.
He aquí la moraleja de hoy.

10.6.09

Diez céntimos

De niño vivía en Peñaflor, un pequeño pueblo sevillano junto al Guadalquivir limítrofe con Córdoba. Recuerdo que en la época de la recogida de la aceituna, la vendimia, la remolacha o el algodón media clase desaparecía de la escuela para acompañar e, incluso, ayudar a sus padres en estas labores. Luego, tras su regreso, casi ninguno aprobaba y terminaban acumulando retrasos en su formación curso tras curso. En estos años, además, era habitual que familias enteras emigraran a sitios tan lejanos como Cataluña, Suiza o Alemania.
En la mentalidad de un niño (me estoy acordando de John Boyne) aquello era visto con normalidad e incluso con esperanza, pues se adivinaba un futuro mejor, a pesar incluso de que los que se marchaban eran tus mejores amigos.
Se me viene a la memoria una tarde en el patio de una casa vacía (pues sus dueños ya habían emigrado), sentados todos mis amigos en círculo sobre la tierra, cuando enterramos una moneda de diez céntimos y nos conjuramos para reencontrarnos allí mismo muchos años después. Fue el último día que vi a mi amigo Viñuela, un niño que se fue a Barcelona y que pintaba como los ángeles.

P. D.: Hoy no hablaré, aunque no me faltan ganas, de la deuda histórica de Andalucía, ni de su manipulación política, ni de la distribución de la riqueza, ni del abandono secular de los pueblos andaluces, ni del desarraigo, ni del olvido de los que se fueron, ni de la incultura impuesta, ni de nada más.

8.6.09

La última Luna

Después de casi 14 años con mi perra Luna, hoy, viendo que el cáncer la mataba, he decidido sacrificarla yo antes. Creo que ella lo hubiera hecho también por mí.
Le he dado su última salchicha y después la he llevado a la veterinaria.
Tenía pensado hablar de otra cosa pero no es el mejor día para mí.
A mi perra le dedicaré próximamente una entrada o dos, se las merece, pero antes aquí va en su honor un poema del sevillano Francisco Guerrero (1528 - 1599) . Imagino que en la isla de Canora habrá algún sitio para ella. Ya me lo gestionará Jesús Cotta.

Prado verde y florido
Prado verde y florido, fuente clara,
alegres arboledas y sombrías;
pues veis las penas mías cada hora,
contadlas blandamente a mi pastora;
que, si conmigo es dura,
quizá la ablandará vuestra frescura.

El fresco y manso viento que os alegra
está de mis suspiros inflamado,
y, pues que os ha dañado hasta agora,
pedid vuestro remedio a mi pastora;
que, si conmigo es dura,
quizá la ablandará vuestra frescura.

5.6.09

El gorrión sintáctico

Fue por mayo, aprovechando el frescor de la mañana, cuando por primera vez se detuvo sobre el alféizar de la ventana (junto a la mesa del profesor donde daba clase). Me miró con descaro, nos miramos y, al poco, se fue.
Días más tarde, volvió a detenerse en el mismo sitio. Aunque al principio lo miraba con disimulo, más tarde me olvidaba de él y continuaba con mi clase de sintaxis oracional. Ejemplo tras ejemplo, subordinada tras subordinada, el gorrión seguía la pizarra a través del cristal con más interés que la mayoría de mis alumnos. Así estuvo varios días hasta que dejé la sintaxis y empecé la literatura.

3.6.09

Momentos mágicos

Como algunos sabéis, hace un tiempo publiqué una entrada llamada Diógenes contra Pepe el malagueño en la que, a partir de una servilleta, realizaba una serie de reflexiones sobre su persona. Meses más tarde, os mostraba La servilleta, haciendo especial hincapié en el eslogan de la heladería de Pepe el Malagueño: Suave como el primer beso. Hasta aquí, nada reseñable. Pero, hace unos 15 días, recibí con sorpresa la respuesta de Zaka, su nieta. Ella me contaba que a su abuelo le había gustado mucho lo que de él se decía y me enviaba su agradecimiento, además de pedirme que le dijera quién era yo (eso es lo que tiene utilizar este pseudónimo de Miradmealmenos). Pues bien, el pasado sábado fui acompañado de unos familiares a pasar el día a Barbate y lógicamente, después de almorzar maravillosamente (¡qué atún, dios mío!), nos pasamos por uno de sus establecimientos heladeros. Al llegar, su hijo nos saludo con gran cortesía y nos relató –sin que nadie supiera nada– que todo iba muy bien, que su padre se encontraba de maravilla y que incluso un profesor (desconocido) había puesto en internet algo muy bonito sobre él. Mi mujer, que es como es, me dejó desnudo como un calamar y le insinuó que era yo. A continuación llamó a su padre por teléfono y se personó antes de que acabáramos los helados. Pepe me saludó y se mostró agradecido. Luego charlamos un rato, recordamos a los que faltaban y nos invitó caballerosamente a los helados. Al despedirnos, nos pidió que visitáramos la nueva heladería que habían abierto recientemente en el paseo marítimo. Pero, cuál fue mi sorpresa que me encontré en el mostrador, magníficamente enmarcada, la entrada que meses antes había publicado sobre él. Sin duda, fue un momento muy bonito que recordaré siempre. Desde aquí les mando un fuerte abrazo a Pepe y su familia.
Os dejo la foto para que la disfrutéis.
P.D.: Por cierto, el helado al Pedro Ximénez, indescriptible.

1.6.09

Soy bético

Soy bético, pero no lo fui siempre. De niño fui del Ath. de Bilbao, porque mi padre también lo era. Aunque me caía muy bien, hasta los once o doce años no me sentí bético. Con los años, ya en el instituto, unos amigos me invitaron a algún partido. Disfruté tanto que acabé sacándome el carné al año siguiente. Así, hasta ahora, más de 25 años. Con decir que tengo el carné de socio n.º 1156, lo digo todo.
Durante los primeros años, entre la cara de niño que tenía y el afeitado profundo al que me sometía, pasaba por ser un juvenil. Más tarde ingenié un sistema para mantener eternamente la juventud: fotocopiaba el DNI y, mientras estaba caliente la copia, borraba el último número y anotaba el que correspondía (entonces los DNI se escribían a mano). Después lo volvía fotocopiar. El resultado era muy eficaz. Así hasta que la barba y el bigote se manifestaron.
Pero, hoy no voy a hablar más de mí, ni del sentimiento bético (ser bético es un sentimiento complejo percibido de formas muy diferentes). Tampoco voy hablar del fatalismo bético, que existe (vaya que si existe) ni de el sistema tiránico al que está sometido, ni de los colores, ni de los 365 días (o años) de infierno que se nos avecinan, sino de los sentimientos de ayer: tristeza, mucha tristeza. Los más niños y jóvenes rompieron a llorar, a resoplar, a preguntar si era verdad, a romper su incredulidad. Los más veteranos solo nos mirábamos y esbozábamos una lacónica mueca de asentimiento: Ya´stá. Al rato, las explicaciones ontológico-deportivas, los culpables, los acusados, los de siempre (porque siempre están los mismos desde hace décadas) y el ya´stá.
Después, como en otras “catástrofes”, nos tocó a los más veteranos consolar a los hijos, a los compañeros de asiento, a todos. Al fin y al cabo, ya hemos descendido a muchos infiernos en la vida y qué importa uno más. Lo peor fue tener que darle sentido a las camisetas regaladas en reyes, al barro deshecho de los ídolos, a la insignificancia del fútbol, al fracaso colectivo. Sin duda, un día del que aprendimos todos y del que nos acordaremos cuando ganemos la quinta Copa de Europa y la octava liga. Tiempo al tiempo. ¡Tiembla Europa, volveremos!
Musho Betis.

P.D: Desde hoy creo una nueva etiqueta.