10.2.11

Villegas

Esteban Manuel Villegas (1589-1669) es un poeta del Siglo de Oro de tendencia clasicista. Se trata de un escritor olvidado y despreciado en su tiempo por motivos extraliterarios, pero que, curiosamente, se convirtió en el siglo XVIII en un referente para los escritores neoclásicos.  
Os dejo un poema de contenido erótico que me ha llamado la atención.

Oda XXV

Casada la de Eurito
pues de ocho lustros eres,
¿por qué no pones freno a los placeres?
¿por qué siempre das rienda al apetito,
y con torpes sainetes
brindas, incitas, llamas y acometes?

Tú al baile la primera
y al juego ibas sola,
y ni quedó niñez a la española
que no lastase, o bolsa a la extranjera;
que de dineros y bríos
eras el ancho mar, y ellas los ríos.

Y, al fin, como la argiva
yegua, un tiempo briosa,
te entregabas al coito lasciva,
y ni dejabas meta polvorosa
a que no te opusieses,
ni carrera veloz que no vencieses.

Pues baste lo triunfado
de ardores juveniles;
Bridaise, baste, pues, que tus Aquiles
ya muestran de su boca el violado,
y tú con amarillas
gualdas, en vez de rosa, las mejillas.

La que agora nos mata
en esta edad postrera,
Tíndaris es, que puede ser tu nuera,
y sol de oro en eclíptica de plata.
Pues, ea, huye, desvía,
vete a tu noche y deja entrar el día.

Eróticas o amatorias. Espasa-Calpe, 1941.

7.2.11

Me gustas...


Me gustas cuando exterminas zombis porque estás como ausente y tus ojos, piélagos de cólera, clavan en sus pupilas púrpuras tu ponzoñosa saña.
Volverán los muertos vivientes en tu balcón sus extremidades a colgar, pero aquellos cuyo disparo refrenabas, amada mía, no volverán.
Me gustas cuando perseveras el disparo porque estás como estresada, y tus dedos, torpes bailarines de comedia, se tropiezan airados contra un muro de furia insaciable, y un venero de luz digital chorrea con impudicia por las tripas electrónicas del mal.
Volverán las oscuras gentes a tentar la ingrávida tersura de tus lunares ensangrentados, y con libidinosas ansias recorrerán el tesoro blanco de tus piernas prohibidas.
Me gustas cuando los desprecias porque estás como cansada…

3.2.11

El paseo y sus circunstancias

La mitología constituye una experiencia narrativa de los que todos hemos de participar alguna vez. Saber que los dioses recortaron las alas de los mortales y que, a cambio, realizaron concesiones casi divinas puede ser un hecho fundamental en nuestras vidas.
Una de estas posibilidades olímpicas es la de pasear abrazado a tus pensamientos. Se trata de una experiencia que exige unas condiciones muy precisas que paso a detallar:

1. ¿Con quién?

Realizarlo en soledad, como otras experiencias inconfesables. Se admiten otras modalidades de paseo como la pareja o el trío. No es lo ideal, aunque tienen su público. Adviértase que personas de otro sexo con escasas prácticas folladoras plantean problemas a su paso por parques, tapias de cementerios y descampados. Recuérdese que el peso de la tradición en España es muy fuerte. ¿Qué seríamos sin las eras?
Cuatro o más personas son considerados técnicamente manifestación de CC.OO., procesión o romería a la Virgen de Villadiego. Siempre que se pueda, evítese.
Ha de tenerse en cuenta que familiares, parejas de hecho, divorciados y estresados del mundo se prestan diálogos metafísicos de imprevisibles consecuencias. Vade retro, Satanás!
Desconfíen de galgueros, deportistas y montainbaiqueros en general. No son de fiar, lo dice la experiencia.

2. ¿Dónde?

Seleccionemos un espacio natural: el campo, la playa, la montaña… jamás la ciudad, ni siquiera los parques artificiales que hoy se diseñan. Como mal menor, un jardín abandonado y olvidado, al modo modernista, y del que la naturaleza se haya adueñado.
Los cuadros excesivamente idílicos desvirtúan el paseo en beneficio de la mera contemplación.

3. ¿Cómo?

Es preciso acompañarse de elementos selectos y que no alteren tu nivel de soledad: un palo, un perro (o perra), o dos, aunque no son estrictamente imprescindibles.

3.1. El palo

Selecciónese un tamaño conveniente. Como es de suponer, el tamaño importa. Renunciemos a la “tranca” gorda y grosera, muy incómoda para estos menesteres, o la vara de olivo, demasiado liviana. Recomiendo un palo vulgar e innoble (lignum medium). Además de ser una ayuda al caminar, su poder disuasorio nos ofrece la seguridad necesaria ante eventuales imprevistos (mastines cortijeros, violadores del chándal, canis, serranas si las hubiere). ¡No sabéis cómo acojona la mirada de un mastín hispánico!
En mi caso, suelo portar un lignum constantinensis de madera de castaño con cuatro años de curación que resulta muy fiable en todos los terrenos. No lo vendo, aunque se podría negociar…

4. Beneficios

Una vez contextualizados, ya habremos superado la fase ascética del paseo para adentrarnos en la mística, que, como es lógico, solo una pequeña inmensidad de personas podrá alcanzar. En esta dimensión percibiremos las siguientes sensaciones cuasidivinas:

-Sentir el estruendo del silencio
-Dejar fluir con libertad la marea de pensamientos que la vida urbana nos depara
-Percibir la naturaleza oculta de los elementos, el jadeo ronco del viento, la algarabía de piedras, insectos y pájaros, la policromía vegetal o simplemente las extensas praderas de tu interioridad.

Atrévete.