21.5.14

De cómo un profesor refiere a un alumno recién llegado qué cosas acaecieron en aquella inhóspita y desangelada escalera de instituto

Por esta escalera que ves, imberbe muchacho, se descubrieron (con impúdico soslayo) culos redondos e ingrávidos que, salpicados de cómplices sonrisas, bruñeron la aspereza de los peldaños.
En este mismo lugar subieron, sin que nadie lo advirtiese, miles de besos volanderos.
Aquí, cientos de Orfeos regresaron sus ojos al desdén del olvido y, allí, anónimas Tisbes agujerearon las paredes con lacónicos suspiros. 
En estos escalones, páginas de un gastado manual, escribieron iniciales que se alzaron como cometas, palabras que prometieron el futuro y flechas que sangraron los cielos.
De aquellos amores erráticos, joven muchacho, solo queda el turbulento río de la adolescencia precipitándose sobre las barandas del tiempo.